miércoles, 29 de octubre de 2008

[Kilometro cero *]



Su cara de fascinación me hizo sentir que podía ser un ser extraño que venía a darme un vaticinio de mis derrotas.

Era un día claro, casí atardecía y yo me encontraba en el kilometro cero de Santiago, como de costumbre, escribiendo la peripecia de vida que estaba llevando (en ese entonces, el primer tomo de mi trilogía, triller que despues sería famoso y bla, bla, bla...) En ese entonces soñaba con una adaptación de mi mayor escrito, ser un famoso proyecto de escritora, quizás de columnas para revistas freaks en las cuales las mujeres incomprendidas sentirían reflejada su amarga y tardía vida, sus emociones y quizás su soledad, tal ves escribiría criticas de un cine cada ves más decadente, o quizás sería una desconocida más con un libro contemporáneo que resulta ser bueno para algunos, aburrido para el resto.

Fue entonces cuando lo ví, estaba con su paleta dibujando a una pareja que se besaba, ellos no lo sabían, pero estaban siendo observados por él con cierto aire de morbo y de arte no menor. Me llamó la atención sus trazos y no tardé en sentarme a su lado y mirar su especie de retrato no autorizado. Nunca olvidaré sus soberbias palabras al ver que apreciaba su arte... "¿eres tan morbosa que prefieres ver mi dibujo a mirar directamente como ellos se besan?"... Me sorprendió su capacidad para sentir que estaba a su lado, observando su obra y más aún, tenía razón en su pregunta.

Le respondí con cierta pesadez que me era más morboso el que pintaba sin autorización a aquella pareja. Pronto lo sentí discorde a mi, me desafiaba a responderle pregunta tras pregunta, hasta llegar a un punto en el que me miró fijamente y me dijo que apreciaba mis ojos y que hace algún momento también me estaba retratando, me preguntó que tanto escribía y cual era mi mayor pena. No supe que decir al ver que de todas las personas que circularon a mi alrededor, el fué el único que notó mi soledad constructiva... Se despidió, me miró, sonrió y se perdió entre la gente.

¿Quien era esa persona tan extraña que apareció en mi vida?... pensé miles de cosas, pero sólo una me lamenté... no le pregunté su nombre.

Era extraña la sensación que tenía de él, no era amor, no era cariño ni tampoco podría haberlo sido, no lo conocía ni menos su nombre, sino que sentí que podría haber sido alguien especial.

Fuí varias veces al mismo lugar donde lo conocí, pero no lo volví a ver.

Por esas casualidades de la vida ( lease bien "casualidades"), lo encontré uno de los tantos días que recurrí a ver si estaba ahí, con su bolso, su croquera, y su pelo despeinado. Ahí estaba y con cierto miedo me acerqué a él, para ver si me recordaba. Me miró y me preguntó que quería, le respondí que nada, que solo quería saber quien era, su nombre y que hacía. Me miró de reojo y se sonrió, me dijo soy sebastian, estudio historia del arte y me gusta verte venir todos los días para ver si estoy... Quedé perpleja con su comentario, sabía que quería verlo una ves más, sabía que quería saber que tenía que me hacía sentir un poder de superación, de salir de mi pozo y mirar otro horizonte... Me dijo que no quería verme más, porque a diferencia de lo que yo hacía o por lo que yo lo buscaba, el sentía que podía haber algo más entre los dos, le expliqué que estaba en un proceso de soledad constructiva ( así decidí llamarlo), en el cual quería analizar mi vida tanto amorosa y en general. Me miró amargamente y me susurro un "te deseo lo mejor", me estiró la mano para entregarme algo y se marchó.

Nadie sabrá lo que sentí al ver que en aquel regalo improvisado se encontraba un retrato mio escribiendo en aquel lugar de plaza de armas, unos trozos de tiza y un escrito que decía " la vida es de diferentes formas y colores, solo tu puedes mezclarlos y hacerlos una realidad"... Nunca más lo ví, nunca más lo busqué. A veces quisiera saber que fue de aquel extraño que indirectamente me enseñó que por más amarga y dura que haya sido mi vida, debía cambiar y dar un giro drástico... y no se equivocó, gracias a su leve aparición en mi vida supe lo que era jugar sin miedo a perder...